En este país, los maestros de audición y lenguaje (AL), y
sus antecesores los profesores de sordos, fueron los únicos terapeutas del
lenguaje y la comunicación durante décadas. El interés de los españoles por la
educación de las personas con necesidades especiales se remonta al siglo XVI,
situando a un leonés, fray Pedro Ponce de León, como el primer profesor de
sordos del mundo.
Las primeras promociones de maestros especialistas en AL y
las últimas de profesores de sordos fueron formadas por el MEC entre los
funcionarios que poseían la especialidad de Pedagogía Terapéutica. A través de
un concurso de méritos, eran seleccionados para ocupar una de las pocas plazas
que se ofertaban en un concurso nacional y seguían una formación de un año
académico, desde Hospitales, como La Paz en Madrid, hasta en centros
con destacados profesionales de la época.
Estos profesionales, con una excelente base teórica,
aprendían la práctica de alguien que a su vez la aprendió de otro profesional
cualificado, de modo que la cadena que empezó en un momento histórico solo
mejoraba con el paso del tiempo y los avances científicos.
Después llegó la especialidad a las universidades. Ninguno
de estos profesionales prácticos ejerció en ellas. Ahí comenzó la degradación
de la especialidad en su vertiente práctica. ¿Para que servía un especialista
que no sabía cómo tratar?
Sin embargo, la mención de AL, en la UIB (una universidad
pública ubicada en las islas Baleares de España) no llega ni siquiera al umbral
mínimo de formación teórica (ver el post anterior). Aunque esto no es lo más
terrible. He tenido la oportunidad de ver los apuntes que se les da a los
alumnos y no daba crédito a mis ojos, éstos tienen errores vergonzosos. Son
vergonzosos porque muestran que el docente desconoce por completo los temas de
los que habla. Están realizados por una ignorante en la materia. Pero, al menos,
hay que reconocer el valor de esa docente para dar clases en una especialidad de
la que no entiende nada. Lástima que no tenga un ápice de pundonor que la
impulse a estudiar lo que imparte. Mi sorpresa se incrementa al saber que,
además, forma parte de la vocalía de la Asociación Española de Logopedia,
Foniatría y Audiología (increíble, pero cierto).
Cualquier estudiante (del resto de universidades) que curse AL
sabe que las dislalias son defectos articulatorios en el habla. «Dislalia» es un término del entorno
clínico para definir, por ejemplo, a un sujeto que no pronuncia una /r/.
Para aclarar el término, es interesante citar a Conde-Guzón et al. (2014) «El término dislalia hace referencia a un trastorno
primario de la articulación de los fonemas. Es la alteración del habla más
frecuente en niños. Se estima que puede tener una incidencia del 5-10 % entre
la población infantil. El trabajo pionero de Ingram (1976) ofrece un primer estudio neuropsicológico de los
sujetos con problemas primarios de articulación…».
Dada la importancia de este trastorno, cualquier profesor, que imparta clases en una mención o especialidad de Audición y Lenguaje, debería saber qué
es una dislalia.
Ingram y Castellví (1983) usan habitualmente el término
«trastorno fonológico» para referirse a las dislalias. En los entornos educativos a la «dislalia» se le denomina
«trastorno
fonológico». Ambos términos son sinónimos,
como señala Bosch (2004).
En la citada universidad se les entregan los apuntes en «Taller de bones pràctiques 2 6. Infants amb dificultats de comunicació i
llenguatge oral a l’entorn educatiu: intervenció dins l’aula, una proposta
inclusiva i curricular» (Taller de
buenas prácticas 2. 6 Niños con dificultades de comunicación y lenguaje oral en
el entorno educativo: intervención dentro del aula, una propuesta inclusiva y
curricular). Se muestra debajo una imagen de los apuntes:
En estos apuntes se define dislalia como «Alteraciones
en la articulación de uno o diversos fonemas por causa funcional» con las
IMPLICACIONES-NECESIDADES como sigue «No presentan dificultades de comprensión
ni en otra dimensión excepto en la fonética articulatoria. Puede condicionar el
desarrollo personal-emocional».
Más abajo se define trastorno
fonológico como «Alteraciones en la
producción de los fonemas y las palabras de causa ni funcional ni orgánica».
Realmente debería preguntarse que si la causa de una alteración no es funcional
ni orgánica no existe ninguna causa que origine la alteración, ¿quizá sea una
cuestión del alma? No obstante, luego
nos da una pista en las IMPLICACIONES-NECESIDADES «Dificultades en la discriminación auditiva de los sonidos y de la
producción de fonemas, sílabas y palabras. Repercusión en el aprendizaje de la lectura
y de la escritura y de la lengua extranjera.» ¿De modo que están producidas
por un déficit en la discriminación auditiva? Increíble la simplificación que
realiza, olvidando multitud de causas (como la memoria secuencial auditiva,
etc.), pero, dentro de su precariedad intelectual, esta profesora debería saber
que un déficit en la discriminación auditiva es un problema funcional, en caso
de que no exista una lesión orgánica que la provoque.
En fin, todos los apuntes siguen el mismo ritmo de indigencia cultural y ausencia de conocimiento sobre temas básicos referidos a la logopedia. Siento una profunda compasión por todos los alumnos que
pasan por sus manos y deben repetir en un examen las estulticias con las que les han engañado en esos apuntes. ¿Deberían solicitar a la UIB que les devuelva el pago de los créditos de esta asignatura?
Después de ver el grado de conocimiento teórico de este
ilustre miembro de la comunidad académica, parece que para la contratación de
determinado profesorado han sido tenidos en cuenta otros méritos, que nada
tienen que ver con la cualificación profesional, lo que es una muestra de la
endogamia que se practica en la facultad de Educación de esta universidad.
Por otra parte, la Asociación Española de Logopedia,
Foniatría y Audiología, a la que pertenecen multitud de científicos con
renombre internacional, debería de hacérselo mirar, y no encumbrar en sus
vocalías personajes tan brillantes como el que firma esos apuntes.
Bosch, L. (2004). Evaluación
fonológica del habla infantil. Barcelona: Masson
Conde-Guzón,
P., Quirós-Expósito, P., Conde-Guzón, M. J., & Bartolomé-Albistegui, M. T.
(2014). Perfil neuropsicológico de niños con dislalias: alteraciones mnésicas y
atencionales. Anales de Psicología, 30(3), 1105–1114.
https://doi.org/10.6018/analesps.30.3.151281
Ingram,
D., & Castellví, M. T. C. (1983). Trastornos fonológicos en el niño.
Barcelona: Editorial Médica y Técnica.